ENTREVISTA A EL DIARIO DE HOY


TOMÁS ANDRÉU TWITTER: @TOMAZS_ANDREU
Martes, 30 de Abril de 2013

Iniciemos con preguntas de baúl. ¿En qué momento te diste cuenta que traías para artista?
Cuando uno es "bicho" se pone a dibujar. Recuerdo que hacía una serie de dibujos bastante tontos. Bueno, ahora pienso eso, pero en su momento no eran tontos. Algunos eran retratos y me ponía a competir con mis compañeros para ver quién hacía el mejor dibujo. Tengo una anécdota: tuve un vecino y compañero de clases. A la hermana de este le preguntamos quién había hecho el mejor dibujo. Obviamente ella dijo que su hermano... lo que trato de decir es que uno hace cosas de pequeño que van dejando huella en uno.

¿Pero qué dibujabas. Hacías cosas al calco o esos dibujos salían de tu cabeza?
No creás que dibujaba constantemente. Lo mío era esporádico. Lo interesante de todo esto no es hacer el dibujo, sino qué pensás con el dibujo, lo que movés con él. Yo hacía dibujos que pretendía que tuvieran sentido.

He visto parte de tu trabajo y está vinculado con la naturaleza, el activismo ambiental...
(Ríe) No, de activista no tengo nada. La verdad, creo que mis temas no van por lo natural, más bien creo que van por la violencia, violencia de género, tanto en pintura como en el diseño gráfico. Lo que me interesa del arte como tal no es el medio, de hecho, por eso ahora estoy en diseño. Lo más importante para mí siempre será el mensaje, no el medio. Mucha gente se equivoca cuando piensa que el arte es cuestión de técnicas, para nada. Un buen escritor no se mide por si sabe escribir, sino por lo que te está contando, por lo que te está diciendo. El arte está en saber decir las cosas. Podés conocer muchas técnicas y puede haber mucho preciosismo a la hora de hacer tu trabajo y está bien, pero será un trabajo vacío y eso es un problema serio porque banaliza el arte y el arte no puede ser banalizado, porque este debe tener un sentido, un fondo.

¿Y cómo das ese salto hacia el arte como opción de vida?
Fue tarde y fue por la universidad. Fue muy difícil porque siempre ha habido un prejuicio hacia el arte. La familia siempre te dice que no vas a tener pisto y no sé qué. Lo que hice en bachillerato fue estudiar programación de computadoras. En programación aprendés a solucionar problemas, a seguir pasos ordenados, porque si no lo hacés no funciona lo que estás haciendo. Empecé a trabajar y pensé que podía pagarme la universidad, porque yo quería estudiar arte. Mi hermano me apoyó, no para que estudiara arte, sino para que trabajara con él. Todo el mundo quiere aquello que te va a dar dinero, pero yo me dije quiero estudiar arte y estudié arte.

¿Y en qué te especializaste?
En pintura. Realmente, yo me siento un pintor.

¿Más que diseñador?
El diseño es un medio y es lo que hago actualmente, pero me siento más un pintor. De hecho, ahora estoy pintando nuevamente. Están en mi casa, no estoy exponiendo. No me da el tiempo, pero yo creo que el arte es serio y tenés que hacerlo bien y tenés que ser constante (...) En la Universidad de El Salvador lo que hicimos fue hacer un colectivo que se llamaba "Hetero". Ahí estaban Luis Cornejo, Eduardo Chang, Antonio Cañas, Ludwing Lemus y Ricardo Torres, también se unió Alex Cuchilla. Además nos acompañó Danny Zavaleta. Nuestro colectivo pensaba en propuestas, temas y a partir de eso planteábamos soluciones.

¿Y qué pasó con ese colectivo?
Si no me equivoco, el colectivo lo formamos a finales de 2002. En 2006 empezó a perder fuerza. Varios de los integrantes empezaron a obtener un relativo éxito y empezó ha haber cambio de objetivos y cuando eso sucede las cosas ya no van y fue así que nos separamos de manera muy amistosa.

Y ahora que estás atiborrado de trabajo y en oficina, ¿no extrañás aquellos tiempos?
Como colectivo, no. Ese período me ayudó a entender que se puede trabajar en colectivo. En realidad lo que extraño es hacer proyectos propios y en este momento estoy muy ocupado con trabajo y no termino de hacer muchos proyectos propios que tengo en la cabeza. Extraño las cosas por hacer. Me falta contar más, mucho más.

¿Qué temas te salen mejor y en qué soporte, pintura o diseño?
Me salen mejor aquellos temas en los que uno piensa. Hay varias cosas que me mueven mucho, por ejemplo, la identidad, la violencia, la violencia de género y he hecho varias series sobre este último tema.

Mucha gente no lo sabe, pero vos sos la estética del Centro Cultural de España en El Salvador (CCESV).
En parte... Es que yo he medido mi trabajo en CCESV por etapas. Me ha gustado mucho hacer talleres. Hace poco hice una sobre gráfica y eso me obligó a pensar en cómo llevo los años trabajados en el CCESV. Obviamente, sí hay algo de eso que vos decís sobre la estética. Pero ahora es menos porque estoy en una etapa entre gestión cultural y diseño. La situación como que ha cambiado un poquito.

¿Cuál es tu posición sobre la invisibilización del diseñador? Los usuarios del CCESV siempre tienen en su manos algo que tiene que ver con tu trabajo. ¿Ese tipo de anonimato no te causa algo?
En El Salvador hay mucho trabajo anónimo y al final creo que eso es un tema de grupos, porque es así: El Salvador funciona a través de círculos. Yo creo que lo más importante en todo esto es hacer bien tu trabajo, dar calidad. Creo que lo demás es ansia de fama.

Qué bueno que mencionas eso de los círculos. Vos trabajás con el CCESV desde hace seis años y has visto la dinámica que hay entre el CCESV y los artistas del país. ¿No crees que hubo un círculo de artistas que se prendieron como garrapatas al apoyo financiero del CCESV?

A todos nos falta algo y es entender que las soluciones no están dadas por una institución. Las propuestas y soluciones están dadas por nosotros (los artistas). Sin un determinado artista se afianza en una institución y solo a esta, eso refleja cierta miopía, porque el mundo es más allá que esa institución. Creo que hubo gente que se apoyó más y otra que se apoyó menos y creo que fue cuestión de objetivos temporales. Siempre, en cualquier país y en cualquier momento se van a formar círculos. Siempre será así. Creo que eso no está ni bien ni mal. Son cosas que pasan. Yo lo veo normal. Lo que no veo bien es lo que te decía: que un artista se afiance a una institución.

El CCESV ha sido un pulmón muy importante para los artistas del país... [interrumpe]
Lo sigue siendo, lo sigue siendo.

Bueno, te lo pregunto con cierta duda porque es innegable la crisis que vive España y obviamente la crisis repercute en El Salvador, entonces, ¿cómo crees que esta crisis afecta a la escena artística del país desde el CCESV?
Mirá, a la crisis siempre se le halla una solución creativa. Por ejemplo: si un pintor no tiene óleo, pues va a la ferretería, compra color mineral, compra aceite de linaza, la mezcla y empieza a hacer sus óleos. La crisis no es el problema. Lo que sucede con el CCESV es que ha cambiado de objetivos y esto ha resultado muy traumático para la mayoría, porque no han terminado de entender el cambio de objetivos.

¿A qué cambio de objetivos te referís?
A los procesos. Y esto es muy interesante. Si en un momento el CCESV funcionó como un faro del arte contemporáneo, del arte joven en El Salvador, de pronto el CCESV gira y va a la construcción. Y es verdad que cuando vas al tema de la construcción vas a perder cierta calidad y es normal porque vas a apoyar procesos abiertos. Es lógico. El punto no es si perdés calidad o no. El punto es ver si el proceso que se inició o se continúa va por buen camino... Mucha gente piensa que el CCESV se ha perdido, cuando no se ha perdido nada. La gente espera que vuelva a ser el espacio que daba, cuando en realidad tiene que ser el espacio que acoge propuestas de los artistas salvadoreños. Mucha gente se ha alejado porque el CCESV ya no invita tanto. Lo que ahora espera el CCESV es que los artistas lleguen y propongan. Ahora es otra dinámica. Simple. Aquí no hay nada de bueno o malo. Solo ha sido un cambio de rumbo, pero también me parece muy importante. Por ejemplo, La Casa Tomada es un proyecto muy importante, es un espacio de construcción colectiva y si te das cuenta, la mayoría de trabajos se realizan en La Casa Tomada. Ahí puede llegar quien lo desee para montar su proyecto. Hay gente que ve con cierta añoranza al CCESV, pero esta gente debe de entender que son ellos quienes pueden generar nuevas propuestas.

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