ENTREVISTA A LA REVISTA DIGITAL BAKTÚN

En El Salvador deben mejorar la sensibilidad social y la apuesta empresarial al diseño para implantar una nueva economía


Entrevista de la revista digital Baktún a Antonio Romero


Antonio Romero es un artista visual salvadoreño que ha realizado exposiciones de arte en Estados Unidos, Canadá, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, España y El Salvador. Ha obtenido numerosos reconocimientos en diferentes países. Representó junto a otros diseñadores a El Salvador en la II Bienal Iberoamericana de Diseño en 2010 y para la III Bienal fue elegido como miembro auxiliar del comité de selección por El Salvador. En la actualidad se desempeña como encargado del diseño, publicidad e imagen del Centro Cultural de España en El Salvador (CCEsv) y eventualmente imparte talleres y conferencias.

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¿Qué te llevó a convertirte en diseñador gráfico?

La dinámica. Cuando inicié como artista formé parte de un grupo que se llamó "Hetero", que estaba formado por Luis Cornejo, Eduardo Chang, Ludwing Lemus, Ricardo Torres y Antonio Cañas y realizamos varias exposiciones en las que resultaban más importantes los mensajes que la técnica. Ya en 2006, cuando el grupo se desintegra, con Eduardo Chang participamos en una oposición para prestar servicios de diseño e imagen para el CCEsv y fuimos elegidos. A finales del mismo año Chang se marchó a Costa Rica y desde 2007 me desempeño como diseñador del CCEsv. Puedo afirmar que la experiencia de grupo, más la conjugación con Eduardo, fue determinante porque crecimos juntos en diversos temas y técnicas.

¿Dónde está la línea que separa al artista del diseñador?

No hay una línea específica, más bien es una cuestión de enfoque. Si un diseñador se dedica a resolver problemas de otros sin generar propuestas, pues no es artista sino un agente de servicios, pero esto no es determinante. Si un diseñador busca generar obras funcionales, eficaces pero con una fuerza tremenda en la propuesta, mostrando novedad y frescura a través del trabajo que realiza, entonces, puede ser arte. Un ejemplo de esto son los carteles de Isidro Ferrer y Joan Brossa, el trabajo editorial de Irma Boom o el diseño gráfico para la industria cinematográfica de Saul Bass. Y es que el diseño debe servir y estos artistas han realizado obras que sirven y comunican pero, además, transmiten otros mensajes con sus propuestas.

¿Qué simbolismos inspiran tus creaciones?

Evoco ideas a partir de la metáfora, me parece interesante utilizar un tema para hacer ver otra cosa, a veces como crítica. Por ejemplo, en un cartel sobre el concurso de arte joven utilicé una imagen de un extinguidor para denotar que el arte a veces es una apariencia y que esto nos debe llevar a reflexionar sobre el mismo, porque no todo es arte y a la vez todo puede serlo, pero ¿cómo lo saben los perceptores? Es un lío que se resuelve con la coherencia de la técnica, el mensaje y el contexto, pero aun así es difícil y se me viene a la cabeza el chiste gráfico del tipo que va al museo y se queda contemplando un extinguidor como una gran obra de arte contemporáneo.

¿Diseñando qué objetos o imágenes te sientes más a gusto?

Me siento más a gusto diseñando carteles porque me permiten opinar con mayor libertad. Con el diseño editorial que es un asunto de construcción interesantísimo, disfruto mucho armando retículas modulares, la construcción de la pieza. Obviamente, la retícula sirve simplemente de guía que se debe descomponer, ya que si no queda una composición dura.

¿Qué te gustaría diseñar que no has diseñado aún?

Muchas cosas, más adelante quiero formar un estudio de diseño y hacer carteles y objetos, no sé exactamente qué objetos porque la cuestión para mí es a razón de lo que surge, pero quiero disfrutar mi trabajo de manera propositiva.

Después de participar en diferentes encuentros internacionales de diseño, ¿en qué nivel está El Salvador en comparación con otros países?

He viajado poco porque no tengo tiempo (ni dinero), más bien el panorama lo tengo gracias a mi trabajo como gestor cultural en el que he tenido contacto con grandes diseñadores y gestores de diseño como Marcelo Leslabay, Felipe Taborda, Isidro Ferrer o Gloria Escribano, En el país el diseño ha crecido de una manera acelerada y la calidad de las propuestas cada vez es mayor. Resulta sintomático e interesante cómo los individuos forman grupos de trabajo para mostrar, producir y vender los productos de diseño, porque muestra una problemática a resolver y me refiero a la creación de la industria del diseño, de momento toca a los diseñadores ser "todólogos" y aquí está el problema, porque un diseñador no lo sabe todo, y por falta de desarrollo de la industria, al diseñador le corresponde diseñar el producto, buscar quien lo haga y a veces hacerlo, revisar la calidad, probarlo y producirlo en algunos casos a fuerza de clavo y martillo.

Deben mejorar la sensibilidad social al diseño y la apuesta empresarial al diseño para implantar una nueva economía. Obviamente, también en este aspecto debe haber voluntad política para la potenciación del diseño. Me refiero a que se debe entender que el diseño es más que solventar una necesidad, influye psicológica y culturalmente en las personas y, por esto, la administración debe considerarlo como un factor importante de desarrollo.

Los movimientos se están dando, y en estos momentos se dan varios ejemplos de un futuro promisorio para el país. Se realiza la bienal Contempo que potencia a diseñadores formados y con calidad para poder exportar diseño salvadoreño. Se están gestando y funcionando varias plataformas como Carrot Concept, Qumbo, Factory, etc., y otras acciones de corte formativo, como Diseño UNE que realiza Verónica Alvarado. Estamos en una eclosión importantísima que necesita del apoyo de la administración y las empresas, porque buenos diseñadores hay, y por eso puedo afirmar que El Salvador se encuentra en un buen nivel. Ahora bien, lo que resulta básico en estos momentos es la unión de las diversas gestiones que se están dando para generar un movimiento.

¿Qué acogida han tenido entre el público las creaciones de diseñadores salvadoreños expuestas en la tienda Factory de La Casa Tomada?

Factory es una plataforma de lento crecimiento, de momento se encuentra en una fase de investigación e identificación de propuestas de diseño (y es bastante abierta). Ha tenido una buena acogida entre los creadores, el público aún no conoce del todo la plataforma y en esto hay una falencia básica, falta de fondos para echar a andar el proyecto como tal, por eso digo que es de lento crecimiento. Factory en su esencia, no pretende ser una tienda, más bien una plataforma del diseño para crear nodos de desarrollo, facilitando la inclusión de diversos actores para promover cambios en la sociedad, desarrollando proyectos en los que se buscará la participación de la empresa privada de cara al bien común.

¿El país consume productos de sus diseñadores?

Si partimos de la premisa de que todo lo que usamos alguien lo pensó y produjo, la población del país consume diseño. El problema es que partimos del prejuicio del diseño como lujo y allí está el punto a resolver. El diseño no es un lujo (que puede serlo), está presente en la vida diaria, todos usamos objetos diseñados sin pensarlo, la cacerola con la que se cocina alguien la pensó, desarrolló y produjo. La ropa igual y las personas no compran algo que no les represente, por muy básica que sea su conciencia hacia el diseño. Si alguien es machista, por ejemplo, no usará ropa rosa, porque no se siente identificado. El problema es de sensibilidad hacia el diseño y esta es la razón por la que el salvadoreño promedio desconoce a sus diseñadores y adquiere lo que considera más de moda o más barato y no porque sea diseño nacional. Es una tarea a resolver y, no solo de parte de los diseñadores, sino también de las empresas que potencian más el diseño de consumo que el diseño como desarrollo y allí entra de nuevo el estado como máximo potenciador. Debemos entender que el diseño es para todas las personas y un motor del desarrollo económico y cultural.


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